Este campo de golf está situado al pie de un viejo volcán y tiene vistas impresionantes del Océano Atlántico. El campo tiene un recorrido de 18 hoyos diseñados por el británico John Harris y construido en el año 1978. Durante el año 2007 y principios del 2008 se ha vuelto a recuperar el trazado original y los antiguos tees que estaban sin usar.
El campo no solo es una maravilla por su diseño sino por las condiciones en que se encuentra durante todo el año. El recorrido transcurre por la falda de un antiguo volcán, entre lava volcánica, cactus y palmeras que hacen un paraje engrandecedor, donde se aprecia la naturaleza en su máxima expresión, la misma naturaleza cuidada y mantenida por el hombre, tal y como César Manrique inculcó a todos los lanzaroteños.
El diseño del campo es suave y muy variado, con numerosos dog legs que provocan al jugador y obligan a jugar con todos los palos de la bolsa, suponiendo un desafío para el jugador profesional, a la vez que ofrece un golf atractivo y agradable para aquellos cuya destreza sea más modesta.
Las calles están cerradas por un conjunto de más de 3000 palmeras y tiene impresionantes vistas al Océano Atlántico. A su privilegiada situación se unen los atractivos de un clima agradable y cálido, durante todo el año, suavizado por la brisa marina que supone la influencia, casi constante, de los vientos Alisios.